Las acciones de Northrop Grumman, una de las empresas aeroespaciales y de defensa militar más grandes del mundo, se cotizan cerca de sus máximos. Es un logro importante en las condiciones actuales. A principios de diciembre, el fabricante presentó un nuevo bombardero estratégico B-21 Raider, creado con tecnología furtiva. Los expertos comparan dicho evento con la presentación de Boeing 787, que se convirtió en un hito importante en la historia de la aviación.
En 2009, la Fuerza Aérea de EE.UU. anunció una competencia por un nuevo bombardero para reemplazar los modelos B-2 y B-52. Se suponía que el nuevo avión podía atacar a largas distancias y no ser tan caro como, por ejemplo, B-2 (se construyeron significativamente menos que el volumen planificado). Cada avión fue valorado en aproximadamente 2 mil millones de dólares. Northrop Grumman logró ganar la competencia y conseguir el gran contrato a largo plazo.
Los primeros vuelos de B-21 deberían comenzar en 2023, pero no se puede esperar detalles significativos sobre el componente tecnológico, ya que todo el proceso de desarrollo está cuidadosamente custodiado por la Fuerza Aérea de EE.UU., que no quiere mostrar sus cartas a posibles enemigos. Las tecnologías en la nube se utilizan en el funcionamiento del bombardero, para aumentar la efectividad del monitoreo del desempeño de las misiones de combate.
Los analistas creen que el costo de B-21 no debería superar los $550 millones, mientras que la Fuerza Aérea planea comprar entre 100 y 175 unidades, por lo que los ingresos del fabricante podrían estar entre 55 mil millones y 96 mil millones de dólares. Dado el plan para producir bombarderos, el nuevo producto tendrá un efecto inicial en las finanzas a partir de 2023, mientras que en 2024 aumentará significativamente. Al mismo tiempo, Northrop Grumman tiene otros pedidos, lo que significa que la estimación de los analistas de 700 dólares por acción en los próximos años no parece tan inalcanzable.